San Blas
(Especialmente venerado en localidades de España, Cuba, Croacia, Paraguay y Costa Rica.)
San Blas |
San Blas nació en medio de una familia acaudalada y de padres nobles; fue educado cristianamente y se consagró como Obispo cuando todavía era muy joven. Al comenzar la persecución a los cristianos, por inspiración divina, se retiró a una cueva en las montañas, frecuentada por fieras salvajes, a quienes el santo los atendía y curaba cuando estaban enfermos.
Poco después, unos cazadores fueron en busca de estos animales para el anfiteatro, pero San Blas los espantó y entonces fue capturado. Al enterarse que era cristiano, fue conducido ante el gobernador Agrícola, quien lo mandó a azotar y encerrar en un calabozo, privado de alimentos. Luego, fue torturado para que renegara de su fe, pero el santo se mantuvo firme por lo que se dio orden de ser decapitado.
Biografía
Curiosamente, de Blas se sabe poco porque su vida sólo se escribió cuando pasaron más de cuatro siglos desde que murió.
Nacido en Sebaste, Asia Menor (en la actual Turquía), vivió entre los siglos (III y IV) de n.e. Estudió Filosofía, Ciencias Naturales y Medicina. A principios del siglo IV, cuando pensaba retirarse a una vida tranquila de oración, fue elegido Obispo de su ciudad por aclamación popular.
Era un joven médico que sentía el arte de curar como un sacerdocio y consideraba a cada uno como hermano propio. Era común que se le acercasen también animales enfermos para que les curase. Dicen que fue médico - entiéndase de cuerpos, como todos los médicos, pero aseguran también que ejercía del mismo modo, con la misma pericia y con estupenda generosidad la medicina en las almas. Era la caridad la virtud que le impulsaba a hacer el bien, dando consuelo para los remordimientos y paz en las tempestades de dentro.
Nacido en Sebaste, Asia Menor (en la actual Turquía), vivió entre los siglos (III y IV) de n.e. Estudió Filosofía, Ciencias Naturales y Medicina. A principios del siglo IV, cuando pensaba retirarse a una vida tranquila de oración, fue elegido Obispo de su ciudad por aclamación popular.
Era un joven médico que sentía el arte de curar como un sacerdocio y consideraba a cada uno como hermano propio. Era común que se le acercasen también animales enfermos para que les curase. Dicen que fue médico - entiéndase de cuerpos, como todos los médicos, pero aseguran también que ejercía del mismo modo, con la misma pericia y con estupenda generosidad la medicina en las almas. Era la caridad la virtud que le impulsaba a hacer el bien, dando consuelo para los remordimientos y paz en las tempestades de dentro.
Al transcurso del tiempo decidió ser sacerdote y los cristianos lo eligieron como Obispo de Sebaste, ciudad de Cappadocia, Armenia en la actualidad. En toda Asia Menor se hablaba del santo como del Obispo que hacía milagros.
Cuando la persecución de agrícola, gobernador de Cappadocia, contra los cristianos llegó a Sebaste, cuenta el relato de su vida que aquél sabio y bondadoso obispo Blas se refugió en las montañas.
Los cazadores del Gobernador fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el Bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de San Blas. Allí, le encontraron en oración y lo arrestaron. Agrícola trató sin éxito de hacerle renegar de su fe. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente, luego de terribles torturas murió decapitado el 3 de febrero, se cree que del año 316.
Dato interesante:
Se conoce que mientras llevaban al santo destino a su muerte, una mujer se abrió paso entre la muchedumbre y colocó a los pies del santo obispo a su hijo que estaba muriendo sofocado por una espina de pescado que se le había atravesado en la garganta. San Blas puso sus manos sobre la cabeza del niño y permaneció en oración. Un instante después el niño estaba completamente sano. Este episodio lo hizo famoso como taumaturgo en el transcurso de los siglos, y sobre todo para la curación de las enfermedades de la garganta.
Algunos le invocaron como protector de los ganados, pero el mayor eco que encontró en el pueblo es el de protector para los males y enfermedades de garganta.
Como los hombres hacemos muchas cosas con nuestras gargantas, también se recurre a él cuando hay peligro de renegar de la fe, o se pide su intercesión para los males que originaron las malas confesiones y hasta de las intemperancias en la bebida.
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