La lujuria es el deseo desordenado e incontrolable por el placer sexual. Para la Iglesia los deseos y actos son considerados desordenados cuando no se conforman al propósito divino, el cual es propiciar el amor mutuo de entre los esposos y favorecer la procreación.
Es un pecado que involucra directamente la utilización del otro, del prójimo, como un medio y un objeto para la satisfacción de los placeres sexuales. Atenta contra el Sexto Mandamiento, se encuentra dentro de los 7 pecados capitales y además, es una ofensa contra la virtud de la castidad.
En este pecado se ponen en juego dos principios: el verdadero concepto del amor y la finalidad de la sexualidad.
En primer lugar el concepto de amor tiene una importancia central en el cristianismo, de hecho Dios mismo es identificado con el amor. Para el cristiano el amor es el mayor sentimiento que puede experimentarse por otra persona, pues en el estamos experimentando a Dios. El amor implica un donarse, un darse por el otro, por el prójimo. El amor cristiano está desligado en su origen de cualquier tipo de sexualidad, pues lo erótico es una consecuencia, un plus totalmente prescindible.
La sociedad actual nos hace ver muchas veces que amor y sexo representan lo mismo, cuando no puede estar más errada. El “hacer el amor” como sinónimo de “relación sexual” es el mejor ejemplo de lo anterior.
La Lujuria sería entonces totalmente contraria al amor –y a Dios–, pues no considera al otro como una persona a la que se ama, es simplemente un objeto para satisfacer el placer sexual.
Alfonso Aguiló Pastrana, escribió en su libro ‘Es razonable ser creyente’:
“La moral sexual sostiene que al igual que el uso inadecuado del alcohol conduce al alcoholismo, el uso inadecuado del sexo provoca también una dependencia y una sobreexcitación habitual que reducen la capacidad de amar (…)
Confundir el deseo sexual con la lujuria sería como confundir un órgano con el tumor que lo está destruyendo. De la misma manera que un tumor destruye un órgano cuando sus propias células tienen un desarrollo ajeno a su función natural, puede decirse que la búsqueda del placer sexual fuera de sus leyes naturales produce una alteración en la función sexual natural del hombre.”
Por otro lado, para el pensamiento cristiano la sexualidad tiene una finalidad preestablecida, única y clara: la procreación, para multiplicar la propia especie. La lujuria, en cambio, nunca busca la procreación, por ello se convierte en una acción vacía, sin sentido, que aleja al hombre de Dios.
Pídele al Señor que te ayude a ser fuerte contra la tentación, a resistir tus propios deseos, pues para el demonio, la lujuria es de sus mejores armas contra los jóvenes, que son vistos como seres desenfrenados e irracionales que se dejan llevar por sus deseos y emociones. ¡Demuestra que eres un verdadero joven cristiano comprometido con Cristo y su Evangelio!
“Pero el Señor sabe librar de la prueba a sus servidores y reserva a los malos para castigarlos el día del juicio. En especial esto vale para esa gente que corre tras los peores deseos de su naturaleza y desprecia la majestad del Señor. Son orgullosos y atrevidos, y no tienen miedo de insultar a los espíritus caídos, mientras los ángeles, superiores a ellos en fuerza y en poder, no se permiten ninguna acusación injuriosa en presencia del Señor. Esos hombres son como animales irracionales, nacidos solamente para ser capturados y muertos. Después de haber calumniado lo que no pueden entender, terminarán como animales y recibirán lo merecido por su maldad. Lo que más les gusta es la orgía en pleno día. Gente sucia y viciosa, que se aprovechan de ustedes y los engañan cuando festejan con ustedes.
(2 Pedro 2, 9-13)
Referencias Bibliográficas:
Venezuela
@aniramos16
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