Esto es posible gracias al Espíritu Santo, ya que el Gozo representa uno de sus Frutos, que según el Catecismo de la Iglesia Católica son “perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna.” (Definiendo “primicia” como: “la primera vez” o “el comienzo de...”)
Pero el gozo cristiano no sólo se presenta como algo inseparable del Espíritu Santo, sino también ligado estrechamente con nuestro Señor Jesucristo: el gozo del creyente no será otra cosa que el gozo de Jesús comunicado por el Espíritu Santo.
El gozo del Señor viene como resultado de una actitud de consagración y entrega a Dios y a su plan para nuestra vida y no se pierde por las tribulaciones del cuerpo. Cuando el Espíritu Santo habita en el alma, ésta tiene gozo de estar en comunión con Dios. Es un sentimiento profundo y firme que persiste victorioso aun cuando las cosas no marchen bien, además de que no es algo reservado únicamente para la eternidad sino que es parte de la realidad actual del cristiano, siempre que éste así lo desee.
Una persona mundana puede disfrutar de cierta felicidad momentánea, pero en cualquier instante se puede quedar sin ella. Los cristianos en cambio, hemos conocido la fuente de nuestro Gozo, que es infinita como el amor de Dios, por ende siempre estará ahí para nosotros.
Acércate a Dios y descubre por ti mismo la intensidad de ese gozo que sobrepasa todas las dificultades y trae paz a tu corazón, descubre cuán grande es en comparación con la felicidad fugaz dada por los placeres del mundo. Pero sobre todo, luego de haberlo descubierto, HAZ TODO lo que sea necesario para no perderlo nunca.
“De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.”
(Lucas 2, 9-11)
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