Sabemos que se necesitan dos para engendrar un hijo, así como también se necesitan dos para su desarrollo. La madre con su intuición femenina establece una comunicación vital con el hijo desde el momento en que éste se encuentra en su vientre, por ello es capaz de interpretar las señales y comportamientos de su hijo y tranquilizarlo con ternura. Pero, la voz del padre es de suma importancia, pues debe dar seguridad, confianza, autoridad, disciplina y por supuesto amor.
Leí por ahí que mientras la madre le dice: "con cuidado", el padre le dice "uno más", estimulando a su hijo a subir otro peldaño para que llegue a la cima. Juntos, tomados de la mano, padre y madre nos guían en el camino de la vida.
Un padre debe saber guiar sin agresividad pero con firmeza por el camino de los valores y principios que desea que sus hijos tengan. Se trata de una figura clave en el desarrollo de un niño, ya que debe protegerlo, educarlo y ayudarlo en las distintas etapas de su crecimiento, además de que influye poderosamente en la salud emocional del pequeño.
Pero si investigan un poco sobre los padres, encontrarán que no sólo se le atribuye ese nombre al hombre que haya sido el encargado de “engendrar”, sino a todo aquel que haya asumido la responsabilidad de criar a un niño, esto quiere decir que un hombre puede convertirse en padre en un sentido biológico o a partir de una responsabilidad social, por medio de la adopción, por ejemplo.
En muchos países del mundo, el día de hoy se celebra el Día del Padre, pues hoy conmemoramos también la fiesta de San José, padre adoptivo de Jesús.
San José es el santo que estuvo más cerca de Jesús en toda su vida terrenal, además de ser el santo custodio de la Sagrada Familia. Aunque no era el padre natural de Jesús, lo adoptó y ejerció sobre Él función y los derechos que corresponden a un verdadero padre, del mismo modo que ejerció sobre María, virginalmente, las funciones y derechos de verdadero esposo. En el evangelio donde se relata cuando encuentran al Niño en el templo se evidencia, a través de María, que José era llamado "padre" por el mismo Jesús, pues miraba en él un reflejo y una representación auténtica de su Padre Celestial.
Así como en los tiempos de Jesús, Él y María fueron bendecidos con la presencia de José en sus vidas, quien se encargó de protegerlos y sacarlos adelante siendo obediente a Dios, así también nosotros somos bendecidos hoy por tener un padre (biológico o no, junto a ti o no) que vela por nuestra protección y seguridad.
Bendecidos por tener también a un Dios Padre que representa un refugio en el cual descansar y recuperar fuerzas. Agradezcámosle hoy por la inmensidad de su amor y su compañía perpetua, pero también por esos seres que ha puesto en nuestra vida, que nos enseñan a través de su ejemplo y amor, cómo ser fuertes ante las dificultades.
“Y así como ustedes, pueblo de Judá y pueblo de Israel, fueron una maldición entre las naciones, así yo los salvaré, y ustedes serán una bendición. ¡No teman! ¡Que sus manos se fortalezcan!”
(Zacarías 8, 13)
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