viernes, 10 de octubre de 2014

No temas - 05 octubre.

Ya hemos hablado sobre que debemos hacer el bien, también cómo ayudar a otros a hacer el bien y que cosas hacer para lograr el bien y ayudar a los demás a hacerlo... La cita de hoy es algo así como un por qué debemos hacer el bien, una respuesta de parte de Dios.

Quiero que recuerden un momento en el que hayan sido buenos con alguien desconocido desinteresadamente (aunque conocidos también funciona). No han ayudado a un viejito dandole tu puesto en el bus? O a una sra con sus bolsas? Recogiendo las cosas a alguien porque se les cayó?

Espero que la mayoría de las respuestas sean afirmativas, mi siguiente pregunta sería ¿Cómo te has sentido luego de hacer ese acto?
Por supuesto que nos sentimos bien, cierto? nos sentimos satisfechos! Y eso es porque nuestro corazón es sensible al bien, nuestro corazón reconoce el bien y lo busca de forma natural.

Uds han visto a un bebé jugando y que en ese momento llegue otro bebé? Empiezan siendo desconocidos pero terminan jugando y riendo ambos... No es eso lo que hacen? Ellos no están pensando cuando volverán a verse o que cosas pueden ganar o aprovechar del hecho de conocer al otro, lo único que les importa es compartir ese momento juntos.

Por algo Dios nos dice que debemos ser como niños para ir al cielo, es porque en ellos prevalece la bondad e inocencia, la entrega desinteresada, sin egoísmos... Para ellos el mal es algo desconocido y el bien es lo único que se puede hacer! En qué momento dejamos que eso cambie?

Cuando nos sentimos bien luego de hacer una buena obra es porque es el mismo Dios que nos está agradeciendo por hacer el bien, de que manera? con paz en el corazón, con la satisfacción de que hiciste algo para otra persona sin esperar algo a cambio.
Y es que al final eso es lo más importante de querer hacer el bien, que lo que hagamos sea sin esperar algún tipo de retribución, que seamos buenos porque así debemos ser para cada día mejorar como personas, que seamos buenos porque Dios nos pide que lo hagamos, porque El confia en que lo haremos, porque Él tiene esperanza en nosotros.
Y por el hecho de que no esperamos nada es que Dios nos brinda su paz, porque sabe que la necesitamos y quiere que podamos sentirlo en todo momento en nuestra vida y no solamente en las dificultades.

No me parece que yo deba hablar mucho sobre esto porque hoy es Dios que por medio de su Palabra pondrá el punto y final a esta reflexión y a este día... Es una cita esperanzadora que El mismo ha querido compartir con todos en la Eucaristía de hoy (2da Lectura).

La paz de Dios es un regalo, regalo que para recibirlo lo único que se nos pide es que hagamos el bien en cualquier lugar donde estemos.

"Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada (No tengan miedo), y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes."
(Filipenses 4, 5-9)




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