viernes, 10 de octubre de 2014

No temas - 4 octubre.

Puedes recordar en este momento cómo dice el primer mandamiento de Dios??
"Ama a Dios por sobre todas las cosas..." Ajá, pero le falta algo no? "Y al prójimo como a ti mismo."
Excelente, ahora estoy segura que si les pregunto todos me dirán que sí aman a Dios, pero la cuestión es, también amas al prójimo?

Amar al prójimo no es declararle tu amor a cada persona que veas en el día, no es que vivas enamorado de todos (que loco!!), Amar al prójimo es querer el bien para todos, ayudar en lo que puedas, no ser egoísta... En fin, amar al prójimo es tratar siempre de ser bueno, de ser la mejor persona que puedes ser cada día.

En estos días hemos hablado mucho de ello, de ser buenos, de buscar el bien... Cuando somos personas que han DECIDIDO tratar de ser buenos, somos personas que hemos decidido demostrar nuestro amor a Dios, cierto? Pero ¿con quien tenemos que ser buenos para demostrarlo? Con Dios? Él no está aquí en carne y hueso como para que le afecte que nosotros respondamos o no un buenos días o si? No le afecta que empujemos a alguien adrede en la calle porque estamos apurados, o si? No le afecta que estemos molestos y la paguemos con el de la cola del cajero que no se apura, o si?

Es cierto que podemos ser buenos con Dios, cumpliendo sus mandamientos, hablando con Él, amandolo... Pero el mayor peso, la mayor prioridad la tienen las demás personas, esas que necesitan de Dios y son capaces de encontrarlo en el más pequeño gesto de parte nuestra.

Ese "amar al prójimo como a ti mismo" engloba el ser buenos con nosotros mismos y con los demás, la sociedad, también. Al intentar ser buenos estamos dejando que sea a través de nuestro propio testimonio que el prójimo sienta nuestro amor, y más importante el amor de Dios que habita en nuestros corazones.

El ser buenos, el ser ejemplo y testimonio nos permite ser también una luz en el mundo.. Una luz que Dios mismo ha encendido y con la que quiere encender a otras personas, ¿Cómo encender a otras?
El servicio es Una de las más bellas y grandes maneras de encender con tu luz, la de los demás. Dios nos llama a cada uno en su tiempo particular pero nos trae la misma invitación, "Ven, sírvele a tus hermanos y de ese modo estarás sirviendome a mi. Ven, ama a tus hermanos y de ese modo me estarás Amando a mi"

Aunque el servicio es muy bello y todo, es algo que lo primero que causa es temor... Temor al que dirán, temor a que no lo este haciendo como se debe, temor a las burlas también, no?
El temor es una reacción totalmente válida luego de entender que Dios te llama, si hasta Jesús sintió miedo antes de su muerte y Él no es alguien tan común como tu y como yo, o alguien tan crédulo... El es el Hijo de Dios y a su vez es Dios mismo!!!

El temor muchas veces es un indicativo de que queremos hacer las cosas bien, queremos destacarnos, queremos que todo salga perfecto... Pero pocas veces recordamos que en el servicio no estamos sólos y hay mucha influencia de Dios y su Espíritu Santo... No recordamos que Él no nos pide las más bellas palabras sino los mejores sentimientos.

El servicio es una de esas cosas de cristal tan bellas que te da miedo de que si lo tocas se vaya a romper o lo vayas a dañar... Pero aún así Dios te pide que entiendas tus manos para que lo recibas, sólo porque El confia en ti, y está seguro de que no lo romperás.

Servir es vivir a Dios en las pequeñas acciones, siendo buenos en donde quiera que estemos, siendo luz en la oscuridad y que esa luz pueda ir encendiendo las demás... Dios entiende tu temor pero nuevamente hoy te dice... NO TEMAS!!

"De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor."
(Lucas 2, 9-11)




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