martes, 29 de abril de 2014

No temas – 7 abril.

Actualmente hemos llegado a un punto donde el “chisme” es visto como algo normal, cotidiano, como que nacimos con eso, es algo que hoy en día hacemos naturalmente sin detenernos a pensar en el daño que hacemos, tanto a la otra persona como a nosotros mismos.
El chisme tiene la particularidad de que la mayoría de lo que se dice es mentira, o es una verdad que ha sido tergiversada de tal manera que termina siendo mentira… Por ende, cuando “chismeamos” sin saber a ciencia cierta la verdad de los hechos, prácticamente estamos mintiendo, y peor aún, levantando falsos testimonios del prójimo, de mi hermano.

Y si pensamos más profundamente, recordaremos que el octavo mandamiento se refiere precisamente a eso: “No levantarás falsos testimonios ni mentirás”, lo que quiere decir que al “chismear” estamos yendo en contra de los mandatos de Dios, estamos pecando.

Muchos no encontraran la lógica de esto, pero solamente porque el chisme está tan asentado en la sociedad que casi parece algo bueno o inofensivo, pero… No es de esa forma en la que se disfraza el pecado?

Entiendo perfectamente que eliminar el chisme de nuestra vida es algo difícil, algo que lleva su tiempo porque depende de diversos factores. Depende de ti pero también de tu entorno, porque es posible que tú quieras dejar de “chismear” pero un día puede aparecer el vecino, amigo, mama, etc., a hablarte de lo que hizo otro y sin darte cuenta estás de nuevo inmerso en el chisme.

Para luchar contra el chisme creo que lo único que debemos tener presente es el mandato de Dios y por supuesto, como te sentirías TÚ al saber que otra persona está hablando mal de ti, sin que tú lo sepas.

Repito, es difícil… Pero quien dijo que ser diferentes era fácil?

“No repitas jamás lo que has oído, y no perderás nada. No se lo digas a nadie, sea amigo o enemigo, y a no ser que incurras en pecado, no lo te escucharían, pero se pondrían en guardia contra ti y, llegado el momento, te odiarían. ¿Has oído algo? Que muera contigo; no tengas miedo, no te hará reventar.”
(Sirácida, 19, 7-10)




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