En esos momentos lo único que queremos es gritar, escapar y llorar, aunque sabemos que eso no solucionara nada… Nos sentimos totalmente abatidos.
Es allí cuando debemos recordar que tenemos un Padre todopoderoso, cuya Voluntad es santa y perfecta y que todo lo que El permite en nuestras vidas tiene una razón, un propósito.
Cuando quieras gritar… Que sea a Dios, suplicándole su ayuda y protección.
Cuando quieras escapar… Que sea del mundo y sus placeres vanos, para refugiarte en Dios y su eterno amor.
Cuando quieras llorar… Que sea a los pies de tu Padre Dios, en oración intensa, preguntándole que debes hacer para solucionar tus problemas, según su Voluntad.
"Y nosotros hemos de responder confiados: El Señor es mi socorro, no temeré. ¿Qué pueden hacerme los hombres?"
(Hebreos 13, 6)
Venezuela
@aniramos16
Buena entrada.
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