El desánimo, la tristeza son fuerzas que tienen la particularidad de que trabajan de forma casi imperceptible en el ser humano... Empiezan de a poco, atacando el optimismo, la esperanza, la alegría. Y cuando te das cuenta, estas en el fondo de un pozo oscuro y lo peor, sin ganas de salir de allí.
Por el mismo hecho de estar sin ánimo en ese pozo, lo único que hacemos es mirar alrededor, en donde sólo encontramos más oscuridad, pero gracias a la desesperanza que sentimos, no se nos ocurre mirar hacia arriba, en donde siempre estará brillando la luz del exterior, la salida que Dios te ofrece.
Cuando estamos tristes, tratamos de aparentar de que todo está bien, pero aunque es sólo una apariencia, también es posible ser usada por Dios para bendecir y enseñar a sus hijos.
Por ejemplo, llegas a algún lugar y saludas amablemente, aún en tu estado de tristeza. Quizás ese gesto le recordó a alguien que no había saludado al llegar, o en su casa, por estar inmerso en las ocupaciones. Esa persona sólo necesito ese pequeño gesto para reflexionar.
Incluso, cuando le cuentas a un amigo/a sobre como te sientes, Dios puede usar ese desánimo para enseñarle a tu amigo que no está solo, pues tu amigo/a quizás sienta lo mismo que tú o similar, y algo de lo que le contaste le hizo ver la solución que ha estado buscando.
Y sin ir tan lejos, en tu misma vida, aún estando tristes el hecho de poder despertar cada mañana con la oportunidad de vivir es una bendición de Dios.
Estas fuerzas de las que hablamos nos ciegan, sólo si nosotros dejamos que nos cieguen! Es una decisión, podemos decidir tener esperanza de que las cosas mejorarán, o podemos sólo entristecernos cada vez más hasta que estemos en el fondo.
Lo importante en todo esto es que, cualquiera que haya sido tu decisión, estas fuerzas nunca serán más poderosas que Dios y su ayuda. En cualquier parte del pozo donde te encuentres, si tu lo aceptas, tendrás al Todopoderoso teniendote su mano, brindandote su ayuda y protección! Mostrandote que las preocupaciones no deben paralizarte, sino más bien impulsarte a ocuparte de ellas. Que las dificultades nos van formando, en mente y espíritu, en fe y confianza. Porque ellas nos recuerdan todo lo que pasó Jesús aquí en la tierra, para poder enseñarnos y mostrarnos toda su Gloria de su resurrección.
"Su nuera, la mujer de Finjas, estaba embarazada y a punto de dar a luz. Al saber la captura del arca de Dios, la muerte de su suegro y de su marido, le vinieron los dolores, se puso en cuclillas y dio a luz. Las mujeres que la asistían, al verla que estaba a punto de morir, le dijeron: «¡Animo! ¡Animo! (No temas, o ten valor, en otras traducciones) ¡Has dado a luz un niño! Pero ella no respondió ni puso atención."
(1 Samuel 4, 19-20)
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