lunes, 8 de septiembre de 2014

Caricias de Dios para el alma.

"Hijo, si te decides a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón, sé firme, y no te inquietes en el momento de la desgracia. Unete al Señor y no se separes, para que al final de tus días seas enaltecido. Acepta de buen grado todo lo que te suceda, y sé paciente en las vicisitudes de tu humillación. Porque el oro se purifica en el fuego, y los que agradan a Dios, en el crisol de la humillación. Confía en él, y él vendrá en tu ayuda, endereza tus caminos y espera en él.

Los que temen al Señor, esperen su misericordia, y no se desvíen, para no caer. Los que temen al Señor, tengan confianza en él, y no les faltará su recompensa. Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, el gozo duradero y la misericordia. Fíjense en las generaciones pasadas y vean: ¿Quién confió en el Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y no fue tenido en cuenta? Porque el Señor es misericordioso y compasivo, perdona los pecados y salva en el momento de la aflicción. 

¡Ay de los corazones cobardes y de las manos que desfallecen, y del pecador que va por dos caminos! ¡Ay del corazón que desfallece, porque no tiene confianza! A causa de eso no será protegido. ¡Ay de ustedes, los que perdieron la constancia! ¿Qué van a hacer cuando el Señor los visite? Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras y los que lo aman siguen fielmente sus caminos. Los que temen al Señor tratan de complacerlo y los que lo aman se sacian de su Ley. Los que temen al Señor tienen el corazón bien dispuesto y se humillan delante de él: «Abandonémonos en las manos del Señor y no en las manos de los hombres, porque así como es su grandeza es también su misericordia»."


(Sirácida (Eclesiastico) 2)






No hay comentarios.:

Publicar un comentario