martes, 6 de mayo de 2014

No temas – 2 mayo.

Ya les he hablado en días anteriores sobre el servicio y los sacramentos, la reflexión de hoy va dirigida a la relación que existe entre esos dos aspectos. Les explico, sabemos que los sacramentos (signos visibles de la gracia de Dios) se dividen en tres “categorías” y una de esas divisiones corresponde a los “Sacramentos de Servicio”

En el Catecismo de la Iglesia Católica dice que estos sacramentos están destinados a la salvación de los demás, y a través de ese servicio, contribuyes a tu propia salvación. Los sacramentos de servicio son dos: Matrimonio y Orden Sacerdotal. La cita de hoy se centra en el Sacramento del Matrimonio.

Según Wikipedia, el matrimonio es para la Iglesia Católica, una "íntima comunidad de la vida y del amor conyugal, creada por Dios y regida por sus leyes, (que) se establece sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento irrevocable"

Es el sacramento que santifica la unión indisoluble entre un hombre y una mujer cristianos, y les concede la gracia (y adquieren con ello una responsabilidad) para cumplir fielmente sus deberes de esposos y, muy importante, de padres.
El Matrimonio fue instituido por Dios cuando creó al hombre y a la mujer. Para los cristianos, Jesucristo lo elevó a la dignidad de sacramento; un sacramento que da a los esposos una gracia especial para ser fieles una al otro y santificarse en la vida matrimonial y familiar, ya que el matrimonio cristiano es una auténtica vocación dada por Dios.

Es a través del matrimonio, que una pareja incluye a Dios en su relación, pues le están pidiendo que sea Él quien bendiga y guíe su amor. Dios como Padre bueno y misericordioso nos dejó este sacramento para que todos sus hijos, que deseen, tengan la oportunidad de obtener esa bendición.

El matrimonio también es el inicio de una Familia Santa, en la que sus miembros se amen con el mismo amor que Dios nos ha mandado a compartir. La decisión de casarse debe venir de un discernimiento personal, respeto mutuo y un amor profundo y honesto por la otra persona, un amor como el que se relata en 1era de Corintios 13. El amor es la roca firme en la que todo matrimonio debe construirse.

La sociedad actual muchas veces nos presenta un “matrimonio” que está muy lejos de ser el que Dios nos ha enviado, pero queda de parte de cada uno trabajar para formar un Matrimonio Santo y ser testimonios de que Sí, se puede tener un matrimonio como Dios lo estableció, ser ejemplos para que los demás no se conformen con esa imagen dada por la sociedad y se preocupen en buscar y obtener su propio matrimonio Santo.
“El ángel le dijo: «¿No recuerdas que tu padre te recomendó casarte con una mujer de tu familia? Escúchame bien, hermano. No te preocupes de ese demonio y cásate con ella. Estoy seguro de que esta noche te la darán por esposa. Pero eso sí, cuando entres en la habitación, toma una parte del hígado y del corazón del pez, y colócalos sobre el brasero de los perfumes. Entonces se extenderá el olor, y cuando el demonio lo huela, huirá y nunca más aparecerá a su lado.
Antes de tener relaciones con ella, levántense primero los dos para orar y supliquen al Señor del cielo que tenga misericordia de ustedes y los salve. No tengas miedo, porque ella está destinada para ti desde siempre y eres tú el que debe salvarla. Ella te seguirá, y yo presiento que te dará hijos que serán para ti como hermanos. No te preocupes».”
(Tobías 6, 16-18)




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