El día de hoy leí dos preguntas bastante interesantes, y es en ellas en las que quiero enfocar esta reflexión, aunque las responderé desde mi punto de vista, la idea es que tengas tu propia opinión sobre ellas.
La primera: ¿El trabajo es un servicio?
Cuando hablo de servicio no me refiero únicamente al ámbito social sino también espiritual; y en lo particular considero que sí, es un verdadero servicio siempre y cuando lo hagamos de la forma correcta.
Conozco personas que a través de su trabajo, aparte de servirle al prójimo, también le sirven a Dios porque encomiendan su trabajo a Él y lo hacen con gusto, porque a través de ese trabajo cumplen con sus mandamientos, sobretodo el de amar a tu prójimo como a ti mismo. Esas personas que reflejan a Cristo en todas partes, incluyendo su lugar de trabajo.
Como también existirán personas que ven el trabajo más como una obligación de la que quisieran liberarse, algo que se tiene que hacer pero que no es de su agrado. Este tipo de personas suelen ser toscas o rudas a la hora de relacionarse con alguien en su ambiente de trabajo… Es eso un verdadero servicio?
La segunda pregunta es: ¿El servicio es un trabajo?
Estamos acostumbrados a que Dios derribe todos los esquemas y en este sentido, no es la excepción.
El trabajo en la sociedad es visto como una responsabilidad, tomada únicamente para conseguir una remuneración monetaria; los jefes muchas veces son vistos como personas explotadoras o codiciosas que solo les importa que sus empleados trabajen para ser ellos quienes reciban la mejor porción. Pero si vemos el servicio como un trabajo, no estaría Dios tirando todas esa concepción a la basura y enseñándonos sobre ello? Como lo hizo cuando nos enseñó lo que era el amor muriendo en la cruz?
En mi opinión, el servicio sí es un trabajo, una responsabilidad que cada quien individualmente decide o no tomar, con un “jefe” que procura nuestro bienestar siempre que estemos esforzándonos por Él, un “jefe” que no se queda sentado viéndote cuando tú no puedes mas, sino que se levanta y te reconforta.
Servir es el mejor trabajo que una persona pudiera tener, porque no es una imposición y mucho menos algo que esté estipulado de una forma u otra. El servicio abarca mucho, por eso puede adaptarse completamente a ti y a tu personalidad.
Y como todo trabajo, también tiene un pago. Dios nos agradece por cada pequeño servicio con infinitas bendiciones, tantas que quizás no seamos capaces de verlas todas en vida, pero ellas seguirán estando allí cuando estemos en el Reino de Dios.
Nuestro “jefe” no olvida ninguna buena acción y la agradece como es debido.
Ahora es cuestion de que reflexiones, estas sirviendole a Dios a través de tu trabajo? y.. Estas trabajando en el servicio a Dios?
“Pero Dios también me envió para curarte a ti y a tu nuera Sara. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia». Los dos quedaron desconcertados y cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Pero él les dijo: «No teman, la paz esté con ustedes. Bendigan a Dios eternamente. Cuando yo estaba con ustedes, no era por mi propia iniciativa, sino por voluntad de Dios. Es a él al que deben bendecir y cantar todos los días.”
(Tobías 12, 14 – 18)
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